sábado, 9 de enero de 2010

Posturas en la misa

Una “postura” se refiera a cómo usas las partes de tu cuerpo en un momento dado. Los monaguillos tienen que hacer varias cosas distintas en la misa. Por lo tanto, hay varias posturas distintas.

· Caminar: Caminamos mucho todos los días, y a veces nos descuidamos al hacerlo. No andes por la Iglesia de un modo rígido como si fueras un soldadito de plomo. No andes tampoco toscamente como un oso gris. Camina con la espalda derecha y la cabeza alta.

· Inclinarse: Cuando haces una reverencia ante alguien o algo en la misa, lo debes hacer de un modo suave, inclinando la cabeza y los hombros hacia adelante. Cuando te inclinas ante el altar, hazlo a partir de la cintura y luego ponte derecho despacio. Cuando haces una reverencia ante el sacerdote, inclina la cabeza despacio y con gracia. No camines y no te inclines al mismo tiempo: párate antes de hacer una reverencia.

· Hacer una genuflexión: Cuando haces una genuflexión, guarda las manos enfrente de tu pecho mientras doblas la rodilla derecha. Mantén tu cuerpo recto. No te balancees de un lado a otro o te parecerás a un cordero recién nacido tratando de caminar. Asegúrate que tu sotana no te vaya a hacer tropezar al subir y bajar.

· Arrodillarse: Cuando te arrodillas, tu cuerpo ha de estar derecho y tus manos deben estar delante de tu pecho, bien encima de tu cintura.

· Estar de pie: Debes mantener el cuerpo derecho con los dos pies bien sentados en el suelo, separados por seis u ocho pulgadas. Eso te dará equilibrio y te sentirás más a gusto al mismo tiempo. No te apoyes contra el mobiliario o contra las paredes.

· Estar sentado/a: Siéntate cuidadosamente y con gracia en tu silla. Una vez sentado/a, no aflojes la postura. Ponte las manos en el regazo o extendidas sobre las piernas de un modo relajado. Observa cómo el sacerdote mantiene las manos, y haz lo que él hace.

· Las manos: Si no estás sentado/a llevando algo (como una vela), tus manos deben estar juntas delante de tu pecho: o bien entrelazadas, o palma contra palma, con los dedos hacia arriba. Mantén las manos del mismo modo que lo hace el sacerdote. Guarda las manos a la altura del pecho. Si estás llevando algo en una mano, mantén la otra extendida contra tu pecho.

· Los ojos: Durante la misa, mira siempre hacia el sitio donde ocurre la acción: la sede del celebrante, el ambón o el altar. Cuando el/la lector/a está leyendo la Escrituras, tú deberías mirarlo/a a él/ella. Cuando charlas con alguien, quieres que esta persona te mire a ti, ¿verdad? Pasa lo mismo en misa, Mira al sacerdote y a los otros ministros mientras ellos hablan y actúan en el presbiterio. Mira también a los fieles. Es un modo de decirles a los que están en la iglesia que tú estás enterado/a de su presencia.

· Apariencia General: Has de saber lo que tienes que hacer cuando ayudas a misa y cuándo lo tienes que hacer. Además, comunica la confianza de que tú los PUEDES hacer. No te veas como si ayudar a misa fuese el peor de los castigos o la cosa más desagradable posible. No tengas miedo de sonreír. NO TENGAS MIEDO MIENTRAS AYUDAS A MISA. En la Biblia, hay una oración antigua que dice: “Subiré al altar de Dios, a Dios que alegra mi juventud”.

No te agites nerviosamente y no te deslices por el presbiterio. Relájate y siéntate a gusto. Acuérdate de escuchar, cantar y orar con los demás fieles que se han juntado para adorar a Dios. Recuerda que servir a Dios y a su pueblo es un ministerio importante, y haz todo lo posible.

El año litúrgico

La liturgia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental.

* Blanco: Simboliza pureza y tiempo de júbilo. Es usado en los momentos principales del calendario litúrgico; Navidad y Pascua. También se usa en fiestas dedicadas a la Virgen o Santos. Este color equivale igualmente al dorado.

* Morado: Simboliza una profundización espiritual, una preparación. Se usa en Adviento y en Cuaresma, tiempos de preparación para la Navidad y la Pascua respectivamente. También se usa en funerales y misas de difuntos.

* Verde: Simboliza la esperanza. Es usado durante el Tiempo Ordinario, después de Navidad hasta Cuaresma, y después de la Pascua hasta el Adviento.

* Rojo: Simboliza el martirio y la fuerza del Espíritu Santo. Es usado en las fiestas de la pasión del Señor, de los santos mártires y del Espíritu Santo, Domingo de Ramos, Viernes Santo y Pentecostés. En Roma, es usado para los Funerales de Cardenales y del Sumo Pontífice.

* Rosado: Se utiliza potestativamente en la misa del Domingo Gaudette (el tercero de Adviento) para indicar la cercanía de Navidad y el domingo Laetare (el cuarto de Cuaresma) por la misma cercanía de la Pascua. Es mezcla del morado con el blanco.

* Negro: Se permite el uso de este color (no obligatorio) en las misas exequiales y funerales. Simboliza el duelo y tristeza. Se recomienda el uso en la Conmemoración de los difuntos.

* Azul: Simboliza pureza y virginidad. Se usa en España y en Chile para solemnidades de la Virgen, como la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre.

Los santos patrones de los monaguillos

Santo Domingo Savio






Domingo Savio es un humilde alumno de San Juan Bosco. Él fue un piadoso alumno de su uno de los colegios que hacía pocos años había fundado. Éste provenía de una familia humilde, de muy buenos valores religiosos. Fue tan grande su amor a Dios en la Eucaristía, que aparte de ayudar en la misa, se quedaba horas enteras de rodilla frente al Santísimo. Cuando estaba en tercer año de secundaria, dos semanas antes de cumplir quince años, una enfermedad se lo llevó. Según dice el propio Don Bosco, éste murió con una cara feliz y después se le apareció en sueños diciéndole que no le temiera a la muerte.







San Dominguito de Val





Nació en España y vivió de los años 1240 a 1243. Fue un atento monaguillo que sirvió mucho a la Iglesia en los tiempos del Rey Jaime el Conquistador. En ese tiempo media España estaba dominada por los moros, los cuales eran judíos. Para la pascua éstos sacrificaban a niños cristianos. Un viernes santo del año 1243 Dominguito venía de los ayudar en los oficios litúrgicos de su parroquia pasó por el barrio judío de su ciudad. Allí lo atraparon y lo obligaron a renunciar de su fe; pero éste no lo hizo y lo asesinaron, usando su sangre para comer con el pan.


San Tarcisio




Roma (200). Él era un ayudante de los acólitos en Roma. Solía llevarles la Eucaristía a los cristianos encarcelados, porque los acólitos eran mayores y en ese tiempo la Iglesia estaba perseguida por el Imperio Romano. Él como eran un niño podía entrar a las cárceles y sin ningún problema darles la comunión. Nadie sospechaba de Tarcisio. Un día unos “amigos”, lo encontraron y le dijeron que jugaran pero él iba a dejar la comunión. El no quiso jugar porque sabía que no eran cristianos. Se resistió y le descubrieron lo que cargaba. Éste fue llevado a la cárcel y allí lo torturaron exigiéndole que renunciara a la fe y que botara el santísimo. Él dijo no. No se sabe cómo el Santísimo apareció en las manos de otro cristiano y antes de que lo degollaran no le pudieron arrebatar su tesoro.




Prepararme para ayudar en misa

Antes de llegar a la Iglesia:

• Duerme bien la noche anterior, por si te toca levantarte temprano a ayudar.
• Procura que tus zapatos estén limpios y no hagan ruido. Algunos zapatos llaman la atención (tenis, botas, etc.); NO TE LOS TENDRÁS QUE PONER. Si tus zapatos no están sucios o desgarrados, eso muestra que te das cuenta de que ayudar a misa es una labor importante y que te preparaste con esmero para hacerlo.
• Si tienes resfriado, procura tener un pañuelo en tu bolsillo. Lo utilizarás al estornudar
• Tus manos, tus uñas, deben estar limpias; incluyendo tu cara. Tendrás que estar bien peinado y lo mejor que puedas presentarte. Cuando vas a una fiesta tratas de lucir bien, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no vas a tratar de lucir bien para este esencial servicio a Dios y a su pueblo en la misa?

Cuando llegas a la Iglesia

 Procura llegar, por lo menos, quince minutos antes del principio de la misa. Si hace mal tiempo, es probable que tengas que salir de casa un poco más temprano que de costumbre.
 Al llegar al templo, párate y considera que estás entrando en un edificio muy especial. Considera siempre tu Iglesia y todo lo que contiene como unos tesoros muy valiosos, porque eso es precisamente lo que son. Son tesoros valiosos porque son los regalos que los fieles de tu parroquia le ofrecieron a Dios: le devolvieron a Dios lo que Dios les había dado y lo hicieron con mucho gusto, En todo momento, muestra esmero y respeto en cuanto a la Iglesia y todo lo que se encuentra adentro: los cálices, los copones, las velas y las vestiduras.
 Ponte sotana limpia, sin arrugas y un roquete. Asegúrate que tu alba o sotana no esté demasiado corta, ni larga. Procura no derramar cera sobre tus vestiduras cuando llevas una vela o cuando la apagas.
 Pon las vinajeras llenas de agua y vino en su lugar de costumbre: o encima de la credencia en el presbiterio, o con el copón sobre la mesita que está en la Iglesia para la procesión del ofertorio.
 Comprueba que el lavabo esté sobre la credencia antes de empezar la misa.
 Es posible que te pidan que coloques los libros necesarios en su propio lugar en el presbiterio. Debes saber dónde se guarda en la sacristía para poder encontrarlo con facilidad.
 Cuando faltan más o menos cinco minutos antes de la hora de la misa, uno de los monaguillos enciende las velas en el altar. A veces, te pueden pedir que enciendas otras velas también. Durante el tiempo Pascual, encenderás el Cirio Pascual grande que está al lado del atril o ambón. El hecho de encender las velas indica a la Asamblea que la misa está por empezar. Tú has de encender con gozo. Es mejor llevar una candela en vez de fósforos.
 Guarda silencio en la sacristía y evita hacer ruidos son necesidad. LA SACRISTÍA ES UN LUGAR DE ORACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISA. En el folleto complementario hay dos oraciones en la primera página, rézalas antes de salir y después de la misa.
 Está dispuesto/a a ayudar al sacerdote, sobre todo cuando es un visitante en tu parroquia. Él te puede hacer preguntas sobre cómo se desarrolla la misa en tu iglesia. De ser así, haz lo posible para contestarlas con claridad. Al igual que tú, el sacerdote desea servir a la gente de la mejor manera posible en la misa, y por eso, tú puedes ayudarlo muchísimo.

Ser monaguillo

Ser monaguillo

Por Padre Michael Kwatera, OSB

Mi papá solía decirme: “Si merece la pena hacer una cosa, merece la pena hacerla bien”. No era fácil levantarme muy temprano para ayudar a misa a las 6:30 de la mañana durante la semana. Tampoco era fácil quedarme despierto y alerto en la misa de gallo. Pero de algún modo, la oportunidad de ayudar a misa hizo que las cosas difíciles valieran la pena, más aun que el picnic anual para los monaguillos.

Ser monaguillos quiere decir servir a Dios y a su pueblo en la misa. Por esta razón, ayudar a misa merece la pena, y merece la pena hacerlo bien. Este es el motivo por el cual buenos monaguillos quien hacer todo lo posible.

El sacerdote que me preparó a mí y a los otros monaguillos en la escuela primaria nunca llamó lo que hacíamos en la misa un “ministerio”, aunque lo habría podido hacer. “Ministerio” es un término que se refiere a lo que hacen los lectores, los ministros de la comunión y el sacerdote para servir a Dios y a su pueblo en la misa. Los monaguillos son realmente ministros. Ayudan a misa, es decir que sirven a Dios y a su pueblo puesto que ayudan al sacerdote y a la asamblea a albar a Dios de la mejor manera posible. Por ayudar al sacerdote y a toras personas a llevar objetos especiales y llevar a cabo ciertas acciones en la misa, los monaguillos están realmente sirviendo a Dios.

¿Por qué el sacerdote necesita de los monaguillos para ayudarlo en la misa? Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los fieles piensan que el sacerdote no debe hacerlo todo en la misa. Por lo tanto, lo han ayudado varios grupos de gente como los diáconos, los lectores y los acólitos. Hoy día, los monaguillos hacen algunas tareas que los acólitos hacían previamente (como arreglar el altar y el sagrario antes de la misa, y recitar los responsos).

Hace siglos, un acólito traía el cáliz, las velas y otras cosas que hacían falta para la misa en un saco que llevaba arrojado sobre la espalda. Él solía preparar todo para la misa y, luego, ayudaba al sacerdote en el altar. Al terminar la misa, el acólito recogía todo y lo devolvía a su sitio.

Estos acólitos eran jóvenes que estudiaban para sacerdocio. Por eso, su servicio en el altar les proporcionaba una buena oportunidad para aprender lo que necesitaban saber acerca de la misa. Es la razón por la cual la Iglesia dijo que sólo los muchachos podían ser monaguillos, ya que sólo los hombres podían ser curas. Hoy, sigue vigente la regla según la cual sólo los hombres pueden ser curas y sólo los muchachos pueden ser monaguillos. Pero, ahora los monaguillos no necesitan estar estudiando para ser sacerdotes, y tampoco no todos los monaguillos llegan a ser sacerdotes cuando son mayores. La costumbre de tener sólo los muchachos como monaguillos ha cambiado, y ahora las muchachas pueden ser monaguillas también.

Puesto que los monaguillos dan de sí mismos para ayudar al sacerdote y a los fieles a celebrar mejor el culto, también ellos reciben la ayuda de Dios y su bendición. Parte del ministerio de los monaguillos consiste en ayudar a establecer el ritmo para todos los que participan en la misa. Lo que tú haces y cómo lo haces puede ayudar a los demás a comprender mejor la misa y a fortalecer su amor hacia Dios. Los monaguillos deberían tratar de estar muy comprometidos en la misa, a fin de que los demás se comprometan también. Los fieles en la Iglesia te van a observar con cuidado. No les interesa ver si te equivoca, aunque sí les gusta comprobar lo que significa estar comprometido en misa. La gente prestará más atención si te ve interesarte más mientras ayudas a misa.

El obispo Kenneth Untener de Sanginaw, Michigan, nos dice con razón que “nuestra manera de llevar las velas, las manera de hacer una genuflexión o de inclinar la cabeza si es que lo hacemos, nuestra postural estar sentados o de pie, si parecemos devotos y aplicados cuando no estamos desempeñando ningún papel; todo eso es muy importante. Hoy día, muchos monaguillos parecen no estar muy enterado de esto.

Aun en la misa, nuestras acciones y nuestra apariencia externa tiene mucho que decir, a los demás cómo nos sentimos adentro. En la misa, nuestras acciones y nuestra apariencia deberían manifestar que amamos a Dios y a su pueblo. Tendría que ser evidente para todos que nosotros pensamos que ayudar a misa merece la pena, y merece la pena hacerlo bien. Deberíamos trata de ser los mejores monaguillos posibles.

Ayudar a misa no ocurre exactamente de la misma manera en todas las parroquias porque los edificios de las parroquias, las asambleas y los sacerdotes son diferentes. Normalmente los sacerdotes celebran la misa como los demás sacerdotes, aunque puede hacer algunas cosas a su propio modo. Usualmente, el sacerdote te hablará de todo esto antes de empezar la misa. De lo contrario, procura estar atento/a y amoldar tus acciones a las suyas.

Si tú sabes lo que sucede normalmente en la misa, no debería ser demasiado difícil adaptarte. Es la razón por la cual la práctica es tan importante. Al igual que escuchar las instrucciones de un entrenador y la práctica esmerada transforman a las personas en un buen deportista, asimismo escuchar las instrucciones de nuestro maestro y la práctica esmerada harán de nosotros buenos monaguillos. Practicar significa trabajar, por lo tanto, llega con puntualidad y está dispuesto/a a aprender a servir a Dios y a su pueblo.

¡Que seas feliz sirviendo!

El autor es un sacerdote católico